Los asturianos en la cocina. La vida doméstica en Asturias, 1800-1965

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Datos básicos

Clasificación: Patrimonio cultural

Clase: Museos

Tipo: Museos

Comunidad autónoma: Principado de Asturias

Provincia: Asturias

Municipio: Gijón

Parroquia: Xixón

Entidad: Gijón

Comarca: Comarca de Gijón

Zona: Centro de Asturias

Situación: Costa de Asturias

Código postal: 33203

Cómo llegar: Los asturianos en la cocina. La vida doméstica en Asturias, 1800-1965

Dirección digital: 8CMPG9Q6+68

 

Los asturianos en la cocina. La vida doméstica en Asturias, 1800-1965

Fotografía: Las fotos que mostramos de Los asturianos en la cocina. La vida doméstica en Asturias, 1800-1965 han sido realizadas por EuroWeb Media, SL y tienen toda nuestra garantía.

Descripción:

Lugar

Acoge este exposición uno de los edificios más significativos del Museo del Pueblo de Asturias: el antiguo Pabellón de Asturias en la Exposición Universal de Sevilla de 1992, traído a Gijón en el año 1994, del que son autores los arquitectos Ramón Muñoz y Antonio Sanmartín. Fue objeto de particular atención en las más renombradas revistas internacionales de arquitectura y diseño. Su lenguaje arquitectónico alude al paisaje y geografía de Asturias.

El interior ha sido reformado para su habilitación como recepción del museo, salas de exposiciones y de actos, y espacio para actividades didácticas.

Dirección

Antiguo Pabellón de Asturias de la Expo´92. Museo del Pueblo d´Asturies. Paseo del Doctor Fleming, 877 (margen derecha del río Piles). La Güelga, s/n.

Accesos

La ciudad de Gijón cuenta con estación conjunta de las compañías estatales ferroviarias RENFE y FEVE, estación de la empresa de autobuses ALSA, etc. Por carretera, su principal vía de comunicación con Oviedo —capital del Principado de Asturias, de la que dista 30 km— es la autopista A-66, conocida como la Y, que une los tres grandes núcleos urbanos asturianos: Oviedo, Gijón y Avilés.

Los líneas 1 y 10 de los autobuses urbanos dejan al usuario a las puertas del museo.

La exposición. Distribución y contenidos

Esta exposición presenta la vida de los asturianos y su evolución en los dos últimos siglos a través del espacio más relevante de la casa: la cocina.

La cocina era un espacio esencialmente femenino, en el que transcurría gran parte de la vida doméstica. En ella se preparaba la comida, se elaboraba la matanza, el pan y la manteca, se conservaban los alimentos, se comía y se bebía, se confeccionaba la ropa, se levaba y se planchaba, se calentaba y aseaba la familia, se contaban cuentos e historias, se criaba a los niños, se oía la radio, se rezaba, se dormía y se moría.

La exposición se divide en tres partes que corresponden a tres épocas y modos de vida diferentes. En la primera, entre 1800 y 1860, la cocina es de fuego bajo y leña, la vida predominante es la rural y la sociedad está dividida en campesinos, que viven en casas terrenas, y señores, que son los propietarios de la tierra y viven en casonas y palacios. La segunda, entre 1880 y 1936, es la época de la industrialización de Asturias, y en las casas de obreros y burgueses se impone la cocina económica de hierro fundido y carbón, así como otros muchos utensilios producidos en las nuevas fábricas de loza, cristal, fundición, etc. La tercera, entre 1950 y 1965, es la del «desarrollismo» franquista y la aparición de la clase media, en la que el «hogar soñado» tiene cocina de gas y electrodomésticos como la lavadora, la nevera y la «turmix».

En definitiva, la cocina y el ajuar doméstico cuentan muchas cosas acerca de los asturianos: su actividad económica, sus gustos e intereses, sus cambios en la alimentación, sus diferencias sociales y su modo de afrontar la vida.

Planta 3: «Campesinos y señores, 1800-1860»

Una vieja sociedad rural.—En este periodo, Asturias era una región eminentemente rural en la que la mayoría de sus habitantes eran campesinos pobres y artesanos, que trabajaban tierras pertenecientes a unos pocos señores. Las hambrunas ocasionadas por la pobreza y las malas cosechas causaban la muerte a miles de personas. Era frecuente la emigración de jóvenes a Madrid, y desde 1850 a América. El comercio de ropa, ganado y algunos excedentes del campo se hacía en los mercados semanales y en las ferias. Había muy pocas tiendas estables y no existía una red de carreteras.

La mayor parte de los campesinos vivía en casas de planta baja, en las que la cocina y la cuadra eran los espacios principales y de mayor tamaño. En estas casas había muy pocos muebles. Los campesinos acomodados vivían en casas altas de corredor. Los señores residían en casonas y los más nobles en palacios con muchas dependencias y muchos muebles.

Las cocinas.—El hogar de los campesinos se atizaba en el suelo con leña. No había chimenea y el humo lo inundaba todo, con él se ahumaba la matanza, se secaban las castañas, etc. Los muebles eran escasos: un escaño alrededor del fuego para sentarse y dormir, un vasar para platos, escudillas y cubiertos, unos tayuelos para sentarse, una masera para hacer el pan y un bogaderu para la colada de la ropa. Las cocinas de los señores eran similares, pero de mayor tamaño y tenían una campana para expulsar el humo por una chimenea. Para colocar los recipientes de cocinar había calamiyeres, trébedes, morillos y arrimapucheros de barro o hierro. Todas las cocinas tenían horno para cocer el pan.

Para cocinar, se empleaban calderas de cobre, y pucheros y cazuelas de barro, a los que se sumaron a comienzos del siglo XIX los potes de hierro fundido. La conservación de alimentos era una tarea que cada casa tenía que solventar por sí misma, pues todos los alimentos eran perecederos y no había un mercado surtido al que recurrir para comprarlos. Para guardar algunos alimentos se empleaban recipientes de madera y cerámica, así como arcas, etc.

Para comer había una gran diferencia entre la vajilla de los campesinos y los señores. Los primeros comían en escudillas de madera y barro, y su único cubierto era la cuchara de madera; para beber empleaban el canxilón, vasos de asta o jarras de barro. Los campesinos más acomodados tenían loza de El Rayu fabricada artesanalmente en el concejo de Siero. Los señores utilizaban lujosas vajillas de plata y de loza industrial de Sargadelos (Galicia) o Bristol (Inglaterra), cubiertos de plata, y vasos y copas de cristal de la Real Fábrica de La Granja (Segovia) o de La Industria, fábrica establecida en Gijón en 1844.

Planta 2. «Obreros y burgueses, 1880-1936»

Una nueva sociedad urbana e industrial.—La llegada del ferrocarril de León en 1884, la mejora de los puertos de mar y la apertura de carreteras, la expansión de la minería del carbón y la industria, y la especialización ganadera en el campo cambiaron considerablemente el paisaje de Asturias y su sociedad. Las villas y ciudades comienzan a crecer. A estas poblaciones llega el alumbrado público y el alcantarillado, y a las casas de la burguesía el agua corriente y la electricidad. Se instalan las primeras tiendas de telas, ropas, ultramarinos y ferretería, y en las ciudades se construyen grandes mercados de hierro y cristal, que facilitan el suministro de alimentos a la población. La mortalidad infantil desciende y son frecuentes las familias con muchos hijos. La burguesía y los obreros son las nuevas clases sociales, y con ellas llegan los casinos, los sindicatos, la prensa, etc.

Los obreros tienen grandes problemas para conseguir una vivienda asequible y para ellos se construirán alojamientos formados por pequeñas viviendas de entre 20 y 40 metros cuadrados, como las ciudadelas o barrios ocultos formados por casas de planta baja, los cuarteles y los poblados de viviendas unifamiliares; en general, sus condiciones de habitabilidad eran pésimas. Frente a éstos, la burguesía y los indianos enriquecidos en América viven en pisos amplios y luminosos, y en chalés que muestran la riqueza de sus propietarios. En estas viviendas hay piezas nuevas, como los comedores, las salas de estar y las galerías acristaladas, y en ellas aparecen los primeros baños con azulejos y sanitarios importados de Francia e Inglaterra.

Las cocinas.—Las cocinas de los obreros eran muy pequeñas, carecían de ventanas y agua corriente. El fogón era de albañilería y sólo tenía el frente y la chapa superior de hierro; se atizaba con carbón de hulla. El utillaje de cocina era muy reducido.

La cocina burguesa era muy diferente a la de las casonas o palacios. Es más pequeña, el fuego se hace en una cocina de hierro fundido en la que se quema hulla y también en hornillos de gas de alumbrado. Los utensilios para cocinar son de cobre estañado y de hierro fundido, tienen formas nuevas y a menudo fueron importados de Francia e Inglaterra.

Para comer y beber, se generalizan las vajillas de loza fabricadas en La Asturiana (Gijón), establecida en 1876, y en San Claudio (Oviedo), fundada en 1901, así como los vasos y copas de cristal y vidrio de La Industria, de Gijón. Entre los obreros, será muy común el uso de platos, vasos y fuentes de hierro esmaltado que fabrica desde fines del siglo XIX la fundición Laviada y C.ª, de Gijón.

Planta 1. ««Productores» y clase media»

Entre la autarquía y el desarrollismo.—Los años cincuenta y sesenta fueron un periodo de grandes cambios económicos y sociales. Se acaba el hambre que trajo la Guerra Civil y la posguerra, y a partir de 1959 el régimen de Franco afronta la industrialización del país. En Asturias, la iniciativa estatal favorece las industrias minera y siderúrgica con la creación en 1951 de la Empresa Nacional Siderúrgica (ENSIDESA), en Avilés. Comienza el abandono del campo, cuyos habitantes emigran a las ciudades españolas y a Bélgica, Suiza o Alemania, como mano de obra barata. Las ciudades asturianas crecen considerablemente con la llegada de emigrantes. Junto a esta nueva masa de trabajadores, surge una clase media integrada por profesionales, pequeños empresarios y funcionarios. El país y las viviendas se electrifican con la construcción de centrales hidroeléctricas.

La escasez de viviendas obligó al Estado a una masiva construcción de casas baratas de «protección oficial», levantadas en barriadas de las afueras de las ciudades. También las empresas mineras y las nuevas industrias promoverán la edificación de barrios enteros para sus trabajadores. Estas casas tendrán cuarto de baño y agua corriente, algo nuevo en las viviendas obreras. Sin embargo, su escasez obligará a muchos de estos emigrantes a vivir en barrios de chabolas.

La clase media se concentrará en el centro de las ciudades y en las afueras en bloques construidos para ella; son casas de cierta altura, con pisos provistos de calefacción central, ascensor y habitación para el servicio.

Las cocinas.—El fogón de las clases populares seguirá siendo la cocina económica de carbón, con la que se calienta el agua para asearse en un tambor o termosifón. Para cocinar se emplean ollas y pucheros de hierro esmaltado. Muchos recipientes son de plástico.

La cocina de clase media incorpora grandes novedades: paredes alicatadas hasta el techo, suelos de loseta o sintasol, mesetas de mármol, y armarios de «formica» o de madera pintada de blanco, en los que se guardan todos los utensilios de la cocina. Los fogones son de gas en las ciudades y de butano en las villas. Para cocinar se utilizan baterías de aluminio y «ollas exprés». Empiezan a generalizarse los electrodomésticos, como la «turmix» y la nevera, que supondrán un cambio fundamental en los hábitos alimenticios de los asturianos.

Para comer y beber seguirán utilizándose las vajillas de loza de fabricación asturiana, a las que se suman a partir de 1960 las vajillas de vidrio «Duralex», que se emplearán masivamente en las casas de todas las clases sociales.

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